El Parque Güell, joya del modernismo, creado por Gaudí por encargo del Conde de Güell. Fue pensado como una urbanización de lujo del tipo ciudad-jardín en las afueras de Barcelona. Como fue un gran fracaso comercial, se convirtió a los pocos años en un parque público.
Sus casi 20 hectáreas son un fiel reflejo del estilo del arquitecto y uno de los parques más bellos de la ciudad. Es reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Subiendo por la escalinata doble de la entrada encontraremos un gran dragón que nos recibe. Al final, un espacio con 86 columnas dóricas que soportan el techo y originalmente pensado para instalar el mercado, la sala hipóstila. Aquí nos llamarán la atención los magníficos rosetones del techo. Encima se halla la gran terraza que fuera pensada como plaza, bordeada por un banco ondeado de 150 metros de longitud, con vistas a Barcelona. Todos los revestimientos están realizados con la técnica del trencadís, que es un mosaico multicolor irregular.
Gaudí se negó a nivelar el monte, lo que resolvió con unos viaductos serpenteantes sostenidos por columnas inclinadas que recuerdan los troncos de palmera. Al usar las piedras del lugar consiguió una integración máxima con la naturaleza y el entorno.
Dentro del parque se encuentra la Casa-Museo Gaudí que vale la pena visitar.
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