El Monte Palatino es el origen mismo de Roma. Se encuentra frente al Coliseo, a un lado del Foro. Mil años antes de Cristo ya estaba poblado y, hacia el 750 a.C., cuenta la leyenda que Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba allí mismo, en el Lupercale, y fundaron la ciudad.
En la época de la República se consolidó como el barrio de la clase dirigente y los comerciantes más ricos. Ya durante el Imprerio fue la residencia oficial del emperador, con el establecimiento de Augusto en el lugar. También asentaron sus residencias Tiberio, Nerón y los Flavios, entre otros. Toda la zona se llenó de palacios y domus, las viviendas de las familias poderosas romanas. La Domus Flavia fue la residencia oficial y pública de los emperadores. La Domus Augustana, la residencia privada del emperador.
Podemos apreciar los restos arqueológicos en forma de circo del gran estadio del Palatino, que Domiciano mandó construir para celebrar competiciones y fiestas. También los restos de la Casa de Livia, que fuera una rica residencia privada del siglo I a.C. aproximadamente.
El Museo Palatino es pequeño pero expone esculturas, frescos, mosaicos y otros hallazgos del lugar, junto con una reproducción de una vivienda del siglo VIII. Como aún prosiguen los trabajos de excavación se espera la apertura de nuevas zonas.
La entrada está incluida en la del Coliseo, para el mismo día. Debemos tenerlo en cuenta para organizar los dos recorridos en la misma jornada, piensa que ver el Palatino lleva bastante tiempo y conviene llevar comida.